Pasa septiembre y sus efectos se van notando en el huerto y en el jardín. Las temperaturas han bajado, sobre todo por la noche, porque al mediodía, el veranillo de San Miguel no nos deja pasar frío.
Las rosas empiezan de nuevo a florecer, se nota que empezamos la segunda primavera del año en nuestra zona, el otoño.
Gazanias y margaritas del cabo aprovechan esta época de temperaturas más suaves para sacar sus colores.
En el huerto membrilleros maduran sus frutos, pronto probaremos el rico dulce de membrillo. Aún estamos comiendo la mermelada de ciruelas. Este ciruelo, en concreto es de fructificación tardía.
Los melocotoneros de julio ya van coloreando sus hojas de amarillo, luego serán los primeros en despertar y ofrecernos sus flores.
Y las aceitunas van engordando y cambiando a negras. Hay menos cantidad que el año pasado, de hecho hay algunos olivos que no tienen ninguna, pero otros están cargados de frutos.
Este año el alcornoque ha echado unas bellotas de gran calibre.
Y las calas, regalo de mi madrina, ya hace tiempo que han despertado. Al principio no las riego por miedo a que se las lleve alguna helada, pero como salen con tanta fuerza tengo que hacerlo. Ya se recuperarán cuando lleguen los fríos.
El calistemon no ha dejado de tener flores desde la primavera.
Brócolis y repollos del país van creciendo, aquí están después del abono con estiércol y un riego "a mano".
Seguimos regando las esparragueras, hasta que acabe la temporada de riegos. Tienen que acumular energía en los tallos subterráneos para ofrecernos sus frutos a finales del invierno.
Os dejo. Deseo que tengáis una estupenda semana y os agradezco vuestra lectura. Un saludo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario