Desde que me conozco, en mi casa, en los meses de julio o agosto se han conservado los tomates frescos. Participábamos toda la familia y hacíamos un trabajo en cadena. Tardábamos un par de días, porque la materia prima estaba madura y no podía esperar.
Ahora, con el huerto en casa, vamos cada día rellenando unos 8 ó 9 botes con los excedentes de la cosecha y procuro que no pasen más de dos días entre la recolección y la conserva.
Utilizo los tomates tipo pera que son los más apropiados para la conserva y empiezo lavándolos. Este año no son muy grandes, pero huelen y saben a tomate.
Una vez lavados, se pelan y se quitan los pezones, la parte más dura.
También lavo y troceo unos pimientos italianos para acompañar a los tomates. En casa utilizamos los tomates normalmente con pimientos, para sofritos, tomate frito, gazpacho, pistos... Reutilizo botes de mermelada, salsas. Cualquier bote de cristal que tenga la tapa en buenas condiciones y cierre bien.
Voy troceando los tomates y rellenando el bote, en cada uno echo una pequeña cantidad de pimientos.
Cuando está bien tupido, sin dejar burbujas de aire, a veces relleno con el jugo que sueltan, los tapo muy bien. La experiencia me ha enseñado que es cuestión más de maña que de fuerza.
Y ya cerrados, preparo la olla donde voy a cocerlos. Les pongo un paño grueso para que al cocer no se golpeen con el fondo del recipiente.
Coloco los botes aprovechando todo el espacio y los cubro con agua, dos dedos por encima de las tapas.
Luego los pongo en el fuego y cuando empiezan a hervir , se nota por las burbujas y por el ruido, dejo pasar 20 minutos antes de apagar el fuego.
Antes de sacarlos espero a que el agua se temple y ya están preparados para consumirlos en invierno. Ya sé que es mucho trabajo y que se pueden comprar, pero cuando abres un bote sólo percibes su aroma y su sabor a verano. Merece la pena probarlos.
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