Agosto llegó y, siempre en este mes, mi visita al vivero para elegir las plantitas que formarán el huerto de invierno.
Os preguntaréis por esa instalación con estacas, cuerdas y trozos de plástico. Es mi manera de ahuyentar a los pájaros y a los conejos que, en esta época de estío, no encuentran otros brotes más tiernos que llevarse a la boca. Os aseguro que funciona.
Los brócolis tenían muy buen tamaño pero los repollos son demasiado pequeños, ya veremos si no hay que reponer.
Aquí están más crecidos y ya sin los artilugios de "defensa".
Los tomatitos cherry a punto de la última recolección. Su cultivo ha merecido la pena, son dulces y jugosos, complemento imprescindible en nuestras ensaladas. Me lo apunto para el año que viene.
Los membrillos ya empiezan a amarillear, pronto estarán listos para realizar con ellos el dulce de membrillo.
Las naranjas van teniendo un buen tamaño, pero todavía quedan unos meses para que estén en su punto.
El limonero está echando unos brotes magníficos, quizá porque le he quitado la mayoría de los frutos. Sólo le he dejado algunos. Es muy fructífero pero quiero que crezca más.
Los melocotoneros y los cerezos van cambiando el color de sus hojas.
En el jardín y a pesar del calor que hace todavía en Extremadura, disfrutamos de una segunda primavera. Vincas, lantanas, margaritas, rosas,... siguen ofreciéndonos sus flores aprovechando la bajada suave de temperaturas durante la noche.
Las calas empiezan a brotar de nuevo. Han estado reposando todo el verano, pero cuando llegan estas fechas empiezan a salir aunque no las riegues. No sé como lo hacen.
Las flores duran poco porque al mediodía las temperaturas alcanzan los treinta y tantos grados. Estamos un poco cansados de este "veroño".! A ver cuando llega el otoño de verdad ¡
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